El desierto. Espacio yermo del que todo parece huir. El desierto
de Sonora en específico. Kilómetros de arena que han sido el
escenario histórico de disputas y sangre derramada. De éxodos
salvajes. Un espacio que divide no sólo dos países y dos
lenguajes, sino dos visiones de mundo. El contraste que es ya
una violencia implícita. De este lado, reptiles y enterrados.
Pueblos anónimos bañados de arena. Antonio León nos lleva,
con sus versos cargados de música y memoria, al corazón de
su infancia. Si otros trabajos del autor destacan por su ironía,
humor y desparpajo, Una cabeza rodando en el desierto lo hace
por sus reflexiones y ternura. Por llevarnos al descubrimiento
mismo de su oficio como poeta. Un poderoso ejercicio lírico
que es también una revelación.
